Por: Harrys Velásquez Fecha de publicación: 11/09/10 |
La Doctrina
Después de culminada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos surge como la gran potencia de mayor poder económico y militar del mundo bipolar. La única complicación que le quedaba por enfrentar a ideal hegemónico que había venido gestándose, era la existencia del sistema soviético, el cual fue considerado estrictamente temporal por la ya asumida postura de “hacer retroceder al comunismo” (citado por Mészáros: 2009, Pág. 112). Con la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 Estados Unidos sería complacido y el mundo pasó a ser unipolar y ellos serían la potencia que regularía y dirigiría el nuevo orden mundial.
La Organización de Naciones Unidas surge el 24 de octubre de 1945 finalizada la segunda guerra mundial. Su finalidad es la de facilitar la cooperación en materia de derecho internacional, la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y social, y los derechos humanos. Los Estados Unidos, aunque con sobradas razones para cuestionar su liderazgo, asume el papel de guardián de la seguridad internacional y la democracia, marcada por el relativo apego al Derecho Internacional, al juego diplomático y las resoluciones de la comunidad internacional.
En el año 2000, sorprendentemente y en contra de todos los pronósticos y de la opinión publica general del momento, George W. Bush se impone en unas dudosas elecciones ante el contrincante demócrata Al Gore. Una vez que el canal de televisión Fox News dejó saber que los resultados habían dado como ganador al candidato republicano, todas las demás cadenas informativas cambiaron el patrón noticioso para mostrar ahora al nuevo ganador. A pesar de las graves protestas, que por primera vez en la historia había detenido la marcha de la caravana presidencial rumbo a la toma de posesión, la nueva administración no tardó en darle una nueva direccionalidad a los asuntos de gobierno y aplicar su postulados ideológicos sobre la hegemonía de los Estados Unidos sobre el resto del mundo.
La imposición de la hegemonía como nueva estrategia imperial, afirma el derecho de los Estados Unidos de emprender una “guerra preventiva” a discreción. (Chomsky: 2004, Pág. 22). A diferencia de la guerra de anticipación regulada por el derecho internacional, la guerra preventiva requiere el empleo de la fuerza militar para eliminar una amenaza imaginada o inventada, por lo que la guerra preventiva debe ser considerada como crímenes de guerra (Chomsky. Pág. 23).
Los estrategas reconocen que es un atropello al derecho internacional, pero el objetivo de la estrategia imperial es el dominio hegemónico de los Estados Unidos, previniendo el desafío a su poder, posición y prestigio con el uso de la supremacía militar de ser necesario.
En lo que se refiere a su uso doméstico, la nueva doctrina imperial debe asegurarse de que el pueblo no traspase los límites debidos. El control del común de la población es una de las principales preocupaciones de los ideólogos, es necesario resguardar el sistema de toma de decisiones para las élites y la ratificación para el pueblo. Como bien lo señala Chomsky, en la ciencia política, esto se llama “poliarquía”, no democracia. Son las élites quienes tienen que tener en sus manos la toma de decisiones, si el pueblo quiere escapar de su lugar en el sistema, nos encontraremos ante una “crisis de la democracia” que no debe ser tolerada, debe ser derrotada.
En lo que respecta a la implementación en el exterior, el objetivo de la guerra preventiva debe tener varias características:
1. Debe estar virtualmente desarmado
2. Debe ser lo suficientemente importante para justificas el esfuerzo
3. Hay que buscar la forma de presentarlo como una amenaza peligrosa contra la humanidad
Los principios básicos de la gran estrategia imperial tienen sus antecedentes en los primeros días de la segunda guerra mundial, incluso antes de entrar en la contienda estrategas de alto nivel concluían que los Estados Unidos debería tener un poder indisputable en el mundo de posguerra, limitando la soberanía de los países que se interpusieran en su propósito, desplegando su poderío militar si fuera necesario. Sin embargo, como dice Chomsky, no basta que una gran potencia declare su política oficial. Debe pasar a establecer esa política como una nueva norma del derecho internacional, mediante la realización de acciones ejemplarizantes.
Los Hechos
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 fueron la excusa perfecta para poner en práctica la nueva doctrina hegemónica de los Estados Unidos. Los hechos fueron seguidos en directo por millones de personas paralizadas frente a la pantalla del televisor (Meyssan: 2002, Pág. 11). La ausencia de información sobre las acciones y medidas adoptadas por la administración republicana de George W. Bush, así como la repetición sin cesar del espectacular choque de los aviones contra las torres gemelas del Word Trade Center, impidieron a cualquiera comprender desde una perspectiva global los acontecimientos.
A las 8:50am la cadena televisiva CNN interrumpe su programación habitual para dar paso a las imágenes del siniestro que envuelve a la torre norte. A primera vista parece que se trata de un accidente aéreo. Sin embargo, CNN menciona sin cesar que el choque no fue accidental, sino que se trata de un ataque terrorista probablemente llevado a cabo por el saudita Osama Bin Laden. A las 9:03am un segundo avión se estrella contra la torre sur. A las 10:00am mientras se anunciaba otro ataque a las instalaciones del Pentágono, se desploma la torre sur del complejo WTC y una nube de polvo cubre toda Manhattan. A las 5:20pm, el edifico 7 del complejo WTC que no había sido impactado por ninguno de los aviones, también se desmorona.
Los dos aviones fueron identificados por el FBI como Boeing 767. Se presume que a su llegada a Nueva York, los aviones tendrían que haber reducido considerablemente su altitud, si se quería que los terroristas pudieran visualizar las torres de frente antes que desde arriba. Para chocar con las torres era necesario posesionarse previamente a baja altitud. El primer avión llego perfectamente de frente y sin mayores problemas, mientras el segundo avión tuvo que realizar maniobras para lograr su objetivo.
Son muchos los pilotos profesionales que opinaron que para realizar esas maniobras, debían haber sido hechas por expertos pilotos y no novatos aprendices como se había hecho creer. Por el contrario, esos impactos a las torres podían haber sido llevados a cabo con la utilización de una señal, llamada “Baliza”, emitida desde el mismo sitio del impacto, para que guiase a los aviones automáticamente hacia sus blancos. La existencia de las señales fue ampliamente atestiguada por radios aficionados y por la interferencia que se causaron a las señales televisivas situadas en las torres. Además, los bomberos que actuaron en los rescates aseguraron haber escuchado explosiones desde dentro de los edificios, lo cual sustenta el derrumbe de las torres por implosión. También los choques de los aviones no explican la caída del edificio 7 del complejo WTC, ya que no había sido impactado por ninguno de los aviones. Éste edificio era la cede secreta de la CIA en Nueva York.
En el Pentágono, la agencia Reuters anuncia que ha sido alcanzada por un helicóptero, versión que fue confirmada por Associated Press. Minutos más tarde la versión fue corregida por el Departamento de Defensa, no era un helicóptero, era un avión suicida.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, General Richard Myers, indicó que el avión suicida era un Boeing 757-200 que los controladores aéreos habían perdido su rastro en su ruta de Dulles a Los Ángeles. Interrogado el 13 de septiembre de 2001 por la comisión senatorial de las Fuerzas Armadas, el General Myers fue incapaz de explicar las medidas que se aplicaron para detener el Boeing. Las conclusiones de la interpelación es que no se realizó ninguna acción. Pero ¿es posible creer que el ejército de los Estados Unidos permaneciera pasivo durante los atentados? (Meyssan. Pág. 19).
Mas tarde, para contrarrestar los efectos de las declaraciones del General Myers, el Comando Norteamericano Aeroespacial (NORAD), publicó un informe el 14 de septiembre de 2001 indicando que a Myers no se le notificó que el Boeing se dirigía al Pentágono, y cuando fue notificado a las 9:24am, inmediatamente dio ordenes de que dos cazas F-16 interceptarán al Boeing, pero que lo había olvidado en su interpelación del día anterior. Pero la Fuerza Aérea al no saber cual era la localización del avión, envió nuevamente los caza a Nueva York en su persecución. ¿Es posible creer que el sistema de radar militar de Estados Unidos fuese incapaz de localizar al Boeing?
Eso no es todo. El Boeing 757-200 es un carguero para 239 pasajeros, mide 47,32 metros de largo y 38,08 de ancho, pasa 115 toneladas y alcanza una velocidad de crucero de 900km/h. Después de burlas los radares y los cazas F-16, no la tenía fácil para esquivar el sistema de defensa antiaéreo del Pentágono, sin embargo el avión suicida logro su cometido.
Para causar mayores daños al Pentágono el Boeing debió haberse estrellado contra su techo, pero los terroristas prefirieron estrellarse contra el frente de la estructura que no sobrepasa una altura mayor de 24 metros. Se deduce que el avión maniobró como si fuera aterrizar para poder chocar de frente con el edificio, y apenas la planta baja y el primer piso fueron afectados, sin causar daños mayores a la grama, el muro, ni el estacionamiento. Y a pesar de su peso y su velocidad, el avión sólo destruyó el primer anillo de construcción, el cual media hora más tarde del impacto, colapsaron las plantas superiores sobre el boquete que había dejado el avión. Lo más sorprendente de todo es que del avión, una vez extinguido el incendio, no se encontraron ningún resto, todo se desintegró.
Las Acciones
Al tener la información del primer ataque a la torre norte del WTC, el Presidente George W. Bush decidió seguir con su agenda en una escuela de niños. Cuando el segundo avión impacta contra las torres sur, el Presidente nuevamente es informado de que el país se encontraba bajo ataque terrorista. La reacción de Bush fue no hacer nada. Durante los próximos minutos, desde las 9:05am hasta las 9:12am permaneció impávido escuchando a los niños del colegio recitar la lectura de “Mi amigo el chivo” (Michael Moore).
Los siguientes 11 días que siguieron a los atentados contra las torres del WTC, todos los vuelos comerciales y privados fueron suspendidos en todo el espacio aéreo norteamericano, hasta el propio padre del Presidente y también ex presidente George H. Bush, perdió el vuelo por la emergencia declarada.
Sólo unos pocos aviones se les permitieron despegar y recoger a los familiares de Osama Bin Laden y otros tantos sauditas, para transportarlos fuera del país. El príncipe Embajador saudita Bandar admitió ante Larry King que 24 miembros de la familia Bin Laden fueron sacados del país para resguardar su seguridad, lo más extraño es que desde la misma administración Bush se bloquearon los intentos de los investigadores para interrogar a los familiares del enemigo público Nº 1 de Norteamérica. La verdad es que entre la familia Bush y la familia Bin Laden los une una estrecha relación comercial y societal a traves de múltiples empresas relacionadas con la energía y los armamentos militares.
Los poderes del estado debieron iniciar una investigación inmediata de los hechos ocurridos, sin embargo el Presidente Bush fastidió los intentos del Congreso de iniciar una investigación independiente. Cuando el Congreso finalmente publicó el informe de la investigación, Bush y la Casa Blanca censuraron 28 páginas del documento.
A pesar de todos los indicios, Bush desvía la atención sobre los sauditas y Al Qaeda como los responsables de los atentados terroristas y de inmediato se deja correr la versión de que Irak y Saddam Hussein son los responsables de los ataques. Y aunque se invadió Afganistán como país que daba cobijo a los terroristas, los objetivos de la aventura significaban muy poco para los intereses militares, económicos y políticos.
Seguidamente en todo Estados Unidos se desarrolló la matriz informativa sobre presuntos nuevos ataques contra los civiles, se subieron de categorías de las alertas de seguridad, y el miedo se apoderó de toda la población. El gobierno aprovechó la ocasión para legislar el Acta Patriota (Patriot Act), el cual permitía a los organismos de inteligencia hurgar en los registros de servicios médicos y financieros, podían tener acceso a las conversaciones y mensajes telefónicos privados, las computadoras, los libros que compran, entre otros.
El 19 de marzo de 2003 a las 10:11pm Estados Unidos atacó Irak, los objetivos oficiales serían exclusivamente militares para incapacitar la capacidad operativa y de respuesta de Saddam Hussein. Con una intensa campaña mediática se atemorizó a la población, y se justificó la invasión contra un país que según estaba ensamblando armas de destrucción masiva para acabar con Norteamérica.
Estados Unidos pasando por encima de las resoluciones de la ONU y su consejo de seguridad, así como de la opinión internacional y hasta del mismo Papa Juan Pablo II, quién declaro la guerra como ilegal e inmoral; procedieron a darle un puntapié al derecho internacional. Estados unidos imponía de esta manera su doctrina imperial. El verdadero interés por Irak era las inmensas reservas de petróleo y el negocio que las trasnacionales norteamericanas conseguirían con la reconstrucción de aquel país. La nueva guerra imperial contra el terror no se supone que sea ganada porque debe ser perpetua.
La Organización de Naciones Unidas surge el 24 de octubre de 1945 finalizada la segunda guerra mundial. Su finalidad es la de facilitar la cooperación en materia de derecho internacional, la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y social, y los derechos humanos. Los Estados Unidos, aunque con sobradas razones para cuestionar su liderazgo, asume el papel de guardián de la seguridad internacional y la democracia, marcada por el relativo apego al Derecho Internacional, al juego diplomático y las resoluciones de la comunidad internacional.
En el año 2000, sorprendentemente y en contra de todos los pronósticos y de la opinión publica general del momento, George W. Bush se impone en unas dudosas elecciones ante el contrincante demócrata Al Gore. Una vez que el canal de televisión Fox News dejó saber que los resultados habían dado como ganador al candidato republicano, todas las demás cadenas informativas cambiaron el patrón noticioso para mostrar ahora al nuevo ganador. A pesar de las graves protestas, que por primera vez en la historia había detenido la marcha de la caravana presidencial rumbo a la toma de posesión, la nueva administración no tardó en darle una nueva direccionalidad a los asuntos de gobierno y aplicar su postulados ideológicos sobre la hegemonía de los Estados Unidos sobre el resto del mundo.
La imposición de la hegemonía como nueva estrategia imperial, afirma el derecho de los Estados Unidos de emprender una “guerra preventiva” a discreción. (Chomsky: 2004, Pág. 22). A diferencia de la guerra de anticipación regulada por el derecho internacional, la guerra preventiva requiere el empleo de la fuerza militar para eliminar una amenaza imaginada o inventada, por lo que la guerra preventiva debe ser considerada como crímenes de guerra (Chomsky. Pág. 23).
Los estrategas reconocen que es un atropello al derecho internacional, pero el objetivo de la estrategia imperial es el dominio hegemónico de los Estados Unidos, previniendo el desafío a su poder, posición y prestigio con el uso de la supremacía militar de ser necesario.
En lo que se refiere a su uso doméstico, la nueva doctrina imperial debe asegurarse de que el pueblo no traspase los límites debidos. El control del común de la población es una de las principales preocupaciones de los ideólogos, es necesario resguardar el sistema de toma de decisiones para las élites y la ratificación para el pueblo. Como bien lo señala Chomsky, en la ciencia política, esto se llama “poliarquía”, no democracia. Son las élites quienes tienen que tener en sus manos la toma de decisiones, si el pueblo quiere escapar de su lugar en el sistema, nos encontraremos ante una “crisis de la democracia” que no debe ser tolerada, debe ser derrotada.
En lo que respecta a la implementación en el exterior, el objetivo de la guerra preventiva debe tener varias características:
1. Debe estar virtualmente desarmado
2. Debe ser lo suficientemente importante para justificas el esfuerzo
3. Hay que buscar la forma de presentarlo como una amenaza peligrosa contra la humanidad
Los principios básicos de la gran estrategia imperial tienen sus antecedentes en los primeros días de la segunda guerra mundial, incluso antes de entrar en la contienda estrategas de alto nivel concluían que los Estados Unidos debería tener un poder indisputable en el mundo de posguerra, limitando la soberanía de los países que se interpusieran en su propósito, desplegando su poderío militar si fuera necesario. Sin embargo, como dice Chomsky, no basta que una gran potencia declare su política oficial. Debe pasar a establecer esa política como una nueva norma del derecho internacional, mediante la realización de acciones ejemplarizantes.
Los Hechos
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 fueron la excusa perfecta para poner en práctica la nueva doctrina hegemónica de los Estados Unidos. Los hechos fueron seguidos en directo por millones de personas paralizadas frente a la pantalla del televisor (Meyssan: 2002, Pág. 11). La ausencia de información sobre las acciones y medidas adoptadas por la administración republicana de George W. Bush, así como la repetición sin cesar del espectacular choque de los aviones contra las torres gemelas del Word Trade Center, impidieron a cualquiera comprender desde una perspectiva global los acontecimientos.
A las 8:50am la cadena televisiva CNN interrumpe su programación habitual para dar paso a las imágenes del siniestro que envuelve a la torre norte. A primera vista parece que se trata de un accidente aéreo. Sin embargo, CNN menciona sin cesar que el choque no fue accidental, sino que se trata de un ataque terrorista probablemente llevado a cabo por el saudita Osama Bin Laden. A las 9:03am un segundo avión se estrella contra la torre sur. A las 10:00am mientras se anunciaba otro ataque a las instalaciones del Pentágono, se desploma la torre sur del complejo WTC y una nube de polvo cubre toda Manhattan. A las 5:20pm, el edifico 7 del complejo WTC que no había sido impactado por ninguno de los aviones, también se desmorona.
Los dos aviones fueron identificados por el FBI como Boeing 767. Se presume que a su llegada a Nueva York, los aviones tendrían que haber reducido considerablemente su altitud, si se quería que los terroristas pudieran visualizar las torres de frente antes que desde arriba. Para chocar con las torres era necesario posesionarse previamente a baja altitud. El primer avión llego perfectamente de frente y sin mayores problemas, mientras el segundo avión tuvo que realizar maniobras para lograr su objetivo.
Son muchos los pilotos profesionales que opinaron que para realizar esas maniobras, debían haber sido hechas por expertos pilotos y no novatos aprendices como se había hecho creer. Por el contrario, esos impactos a las torres podían haber sido llevados a cabo con la utilización de una señal, llamada “Baliza”, emitida desde el mismo sitio del impacto, para que guiase a los aviones automáticamente hacia sus blancos. La existencia de las señales fue ampliamente atestiguada por radios aficionados y por la interferencia que se causaron a las señales televisivas situadas en las torres. Además, los bomberos que actuaron en los rescates aseguraron haber escuchado explosiones desde dentro de los edificios, lo cual sustenta el derrumbe de las torres por implosión. También los choques de los aviones no explican la caída del edificio 7 del complejo WTC, ya que no había sido impactado por ninguno de los aviones. Éste edificio era la cede secreta de la CIA en Nueva York.
En el Pentágono, la agencia Reuters anuncia que ha sido alcanzada por un helicóptero, versión que fue confirmada por Associated Press. Minutos más tarde la versión fue corregida por el Departamento de Defensa, no era un helicóptero, era un avión suicida.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, General Richard Myers, indicó que el avión suicida era un Boeing 757-200 que los controladores aéreos habían perdido su rastro en su ruta de Dulles a Los Ángeles. Interrogado el 13 de septiembre de 2001 por la comisión senatorial de las Fuerzas Armadas, el General Myers fue incapaz de explicar las medidas que se aplicaron para detener el Boeing. Las conclusiones de la interpelación es que no se realizó ninguna acción. Pero ¿es posible creer que el ejército de los Estados Unidos permaneciera pasivo durante los atentados? (Meyssan. Pág. 19).
Mas tarde, para contrarrestar los efectos de las declaraciones del General Myers, el Comando Norteamericano Aeroespacial (NORAD), publicó un informe el 14 de septiembre de 2001 indicando que a Myers no se le notificó que el Boeing se dirigía al Pentágono, y cuando fue notificado a las 9:24am, inmediatamente dio ordenes de que dos cazas F-16 interceptarán al Boeing, pero que lo había olvidado en su interpelación del día anterior. Pero la Fuerza Aérea al no saber cual era la localización del avión, envió nuevamente los caza a Nueva York en su persecución. ¿Es posible creer que el sistema de radar militar de Estados Unidos fuese incapaz de localizar al Boeing?
Eso no es todo. El Boeing 757-200 es un carguero para 239 pasajeros, mide 47,32 metros de largo y 38,08 de ancho, pasa 115 toneladas y alcanza una velocidad de crucero de 900km/h. Después de burlas los radares y los cazas F-16, no la tenía fácil para esquivar el sistema de defensa antiaéreo del Pentágono, sin embargo el avión suicida logro su cometido.
Para causar mayores daños al Pentágono el Boeing debió haberse estrellado contra su techo, pero los terroristas prefirieron estrellarse contra el frente de la estructura que no sobrepasa una altura mayor de 24 metros. Se deduce que el avión maniobró como si fuera aterrizar para poder chocar de frente con el edificio, y apenas la planta baja y el primer piso fueron afectados, sin causar daños mayores a la grama, el muro, ni el estacionamiento. Y a pesar de su peso y su velocidad, el avión sólo destruyó el primer anillo de construcción, el cual media hora más tarde del impacto, colapsaron las plantas superiores sobre el boquete que había dejado el avión. Lo más sorprendente de todo es que del avión, una vez extinguido el incendio, no se encontraron ningún resto, todo se desintegró.
Las Acciones
Al tener la información del primer ataque a la torre norte del WTC, el Presidente George W. Bush decidió seguir con su agenda en una escuela de niños. Cuando el segundo avión impacta contra las torres sur, el Presidente nuevamente es informado de que el país se encontraba bajo ataque terrorista. La reacción de Bush fue no hacer nada. Durante los próximos minutos, desde las 9:05am hasta las 9:12am permaneció impávido escuchando a los niños del colegio recitar la lectura de “Mi amigo el chivo” (Michael Moore).
Los siguientes 11 días que siguieron a los atentados contra las torres del WTC, todos los vuelos comerciales y privados fueron suspendidos en todo el espacio aéreo norteamericano, hasta el propio padre del Presidente y también ex presidente George H. Bush, perdió el vuelo por la emergencia declarada.
Sólo unos pocos aviones se les permitieron despegar y recoger a los familiares de Osama Bin Laden y otros tantos sauditas, para transportarlos fuera del país. El príncipe Embajador saudita Bandar admitió ante Larry King que 24 miembros de la familia Bin Laden fueron sacados del país para resguardar su seguridad, lo más extraño es que desde la misma administración Bush se bloquearon los intentos de los investigadores para interrogar a los familiares del enemigo público Nº 1 de Norteamérica. La verdad es que entre la familia Bush y la familia Bin Laden los une una estrecha relación comercial y societal a traves de múltiples empresas relacionadas con la energía y los armamentos militares.
Los poderes del estado debieron iniciar una investigación inmediata de los hechos ocurridos, sin embargo el Presidente Bush fastidió los intentos del Congreso de iniciar una investigación independiente. Cuando el Congreso finalmente publicó el informe de la investigación, Bush y la Casa Blanca censuraron 28 páginas del documento.
A pesar de todos los indicios, Bush desvía la atención sobre los sauditas y Al Qaeda como los responsables de los atentados terroristas y de inmediato se deja correr la versión de que Irak y Saddam Hussein son los responsables de los ataques. Y aunque se invadió Afganistán como país que daba cobijo a los terroristas, los objetivos de la aventura significaban muy poco para los intereses militares, económicos y políticos.
Seguidamente en todo Estados Unidos se desarrolló la matriz informativa sobre presuntos nuevos ataques contra los civiles, se subieron de categorías de las alertas de seguridad, y el miedo se apoderó de toda la población. El gobierno aprovechó la ocasión para legislar el Acta Patriota (Patriot Act), el cual permitía a los organismos de inteligencia hurgar en los registros de servicios médicos y financieros, podían tener acceso a las conversaciones y mensajes telefónicos privados, las computadoras, los libros que compran, entre otros.
El 19 de marzo de 2003 a las 10:11pm Estados Unidos atacó Irak, los objetivos oficiales serían exclusivamente militares para incapacitar la capacidad operativa y de respuesta de Saddam Hussein. Con una intensa campaña mediática se atemorizó a la población, y se justificó la invasión contra un país que según estaba ensamblando armas de destrucción masiva para acabar con Norteamérica.
Estados Unidos pasando por encima de las resoluciones de la ONU y su consejo de seguridad, así como de la opinión internacional y hasta del mismo Papa Juan Pablo II, quién declaro la guerra como ilegal e inmoral; procedieron a darle un puntapié al derecho internacional. Estados unidos imponía de esta manera su doctrina imperial. El verdadero interés por Irak era las inmensas reservas de petróleo y el negocio que las trasnacionales norteamericanas conseguirían con la reconstrucción de aquel país. La nueva guerra imperial contra el terror no se supone que sea ganada porque debe ser perpetua.
Éste año 2010 se cumplen 7 años de guerra en Irak, y aunque el nuevo Presidente de los Estados Unidos, Premio Novel de la Paz 2009, Barak Obama ha anunciado el retiro de las tropas, es conocido que las causas por las que fueron a la invasión de la primera civilización humana (la antigua mesopotámia), eran falsas como lo admitió el propio Bush y su camarilla. Pero el saldo de civiles muertos supera los 100 mil y contando, además la destrucción cultural. Al respecto el investigador venezolano Fernando Báez entre los años 2003 y 2004, denunció ante cientos de medios de comunicación que Estados Unidos había planificado la destrucción cultural de Irak, para transculturizar a su gente y desarticular los vínculos del pueblo de esa nación con su pasado (Báez: 2005. Pág. 134). Señala directamente y con suficientes pruebas como la coalición invasora participa en el pillaje del patrimonio histórico y cultural iraquí. Lo único que consiguió sin embargo el autor fue que los Estados Unidos lo declarase <>.
Hoy la nueva víctima de la doctrina imperial es la República islámica de Irán. La maquinaria comunicacional y militar se encuentra perfectamente engrasada para cumplir su tarea. Sólo que Irán no es Irak, y el riesgo de una conflagración nuclear es totalmente fatídica, hasta el punto de eliminar la racionalidad hegemónica estadounidense, desde el punto de vista que sin planeta no habrá hegemonía sobre quién ser aplicada.
http://harrysvelasquez.blogspot.com
Referencias bibliográficas y documentales:
Moore, Michael. 2004. Fahrenheit 9/11. Documental disponible: http://www.fahrenheit911.com/
Mészáros, István. 2009. El desafío y la carga del tiempo histórico. El socialismo en el siglo XXI. Editorial Arte. Caracas, Venezuela.
Chomsky, Noam. 2004. Hegemonía o supervivencia. El dominio mundial de EEUU. Editorial Norma. Caracas, Venezuela.
Meyssan, Thierry. 2001. La Terrible Impostura. Ningún avión se estrello en el Pentágono. Editorial El Ateneo. Caracas, Venezuela.
Báez, Fernando. 2005. La Destrucción Cultural de Irak. Un testimonio de posguerra. Alfadil Ediciones. Caracas, Venezuela.
hvelpinto@gmail.com
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