Cuando el despotismo se ha incrustado en una empresa, será bastante difícil de erradicar, y tomando en cuenta que las mayorías de las empresas que adoptan esta actitud son empresas familiares. Los márgenes de cambio en estas empresas son muy limitados, pues, la misma naturaleza despótica no le permite abrirse a las sugerencias, por el contrario, las opiniones que asimila, generalmente son opiniones de los de su entorno y, el déspota se nutre del servilismo y no de la capacidad. ¿Cómo se traduce esto?, en menos utilidades, es decir, en la desaparición de la empresa.
El gerente déspota crea un ambiente de hostilidad, es decir, que incentiva el chisme, la burocracia, la falta de impulso y, desestímala a sus empleados a desarrollar su creatividad. Por el contrario, si el empleado hace una sugerencia que beneficie a todos, automáticamente se le comunica que no fue contratado para dar sugerencia. Y ni hablar de su responsabilidad social.
Si las empresas midieran su rendimiento conforme las actitudes de sus gerentes y directores departamentales, de seguro sus utilidades se incrementarían, y su eficiencia aumentaría en un 100 por ciento. De aquí que una empresa exitosa y que sirva de ejemplo social, depende del personal que la dirija, tantos los de alta dirección como los directores intermedios.
¿Pero cuáles son las características que sobresalen en un gerente déspota?
1- El autoritarismo; es una de las característica principales en el gerente déspota. El no permite márgenes para la concertación. Las decisiones se toman verticalmente, de arriba hacia abajo. No le da márgenes para discernir a sus empleados o al consejo de directores. En ocasiones es tan fuerte que cae en una dictadura gerencial, pero casi siempre este tipo de anomalías sólo se pueden observar en empresas familiares. El 90 por ciento de las ocasiones este autoritarismo es asimilado por los directores departamentales y estos a su vez lo trasladan a sus dependientes.
Este crea una atmósfera de tensión fuera de lo normal y, por ende, a cada instante desencadena una circunstancia anárquica, con consecuencias fatales. Cuando me refiero a fatales, es a la perdida de tiempo que se crea y, esto a su vez se traduce en menos utilidades. Con cada minuto que se pierde en una empresa, esto se traduce en un 10 por ciento o 15 por ciento menos de las utilidades. Y esto siendo conservador.
2- Servilismo; el gerente déspota se alimenta del servilismo, lo disfruta y lo incentiva. Es, se podría decir, su modo vivendi. Su narcisismo se acrecienta a su máximo esplendor cuando uno de sus dependiente se le arrastra como una culebra en total sumisión a contarle algún chisme o para halagarlo por alguna decisión de éste. Es tan así, que en muchas ocasiones se llega al ridículo.
Ahora, debemos de detenernos y hacer un paréntesis para diferencial el servilismo del empleado leal.
Como dijimos con anterioridad, el servilismo se arrastra, se humilla; no tiene independencia y no es leal. Muy por el contrario del empleado leal, éste mantiene sus convicciones, su postura ante su jefe, procura el bienestar de la empresa y el bienestar de cada uno sus compañeros. No anda con maquinaciones perniciosas de sus compañeros para ganar estatus dentro de la empresa, por el contrario, trabaja en base a su capacidad. De aquí que se mantiene en una constante capacitación, desde luego, que esto en muchas ocasiones le crea situaciones, pues, el gerente déspota lo ve con desdén.
Entonces, el empleado leal es visto con malos ojos por el gerente déspota. Este cuestiona constantemente su labor, sus planteamientos e inclusive hasta su vida personal. Se transforma en el Yago de Sherapeare. O como diría Eric Fromm en su libro el corazón del hombre, en un necrófilo puro.
Este tipo de gerente o presidente, desde que ve mermada su influencia, comienza a articular planes para desestabilizar el desenvolvimiento de ésta. Reduce el departamento de despacho o el de venta. Recorta el presupuesto de publicidad hasta en un 50 por ciento. O desliza capitales hacia otro objetivo hasta descapitalizar la empresa. Y esto con la nueva tecnología es cuestión de un clip.
En otras ocasiones hemos visto que utilizan estas maniobras para devaluar la empresa y por detrás de bastidores utilizar testaferros para comprarla como vaca muerta.
Entonces, podemos deducir que el gerente déspota es un ególatra, que conforme se ve a si mismo ve a la empresa, por ende, si ve su influencia caer en decadencia así mismo ve caer la empresa.
Sandy Valerio.